¿Qué eres las estriges, los vampiros de la antigua Roma?

¿Qué eran las estriges, los vampiros de la antigua Roma?

De cuantas criaturas podemos encontrar en la tradición latina y griega clásicas y que son antecesoras directas del moderno vampiro, las estriges son sin duda las más interesantes, tanto por la cantidad de veces que aparecen en las fuentes como por la extensión geográfica que la creencia en este tipo de seres llegó a tener.

¿Qué es una estrige?

Resulta difícil definir de forma clara cómo era, o cómo se imaginaban los antiguos, a las estriges o estirges, nombre que prefieren algunos autores modernos . Como criatura del folclore popular relacionada con los terrores nocturnos, las estriges presentan diferentes formas y tienen distintos poderes dependiendo de la fuente que consultemos.

En general podemos afirmar que las estriges solían presentar el aspecto de aves con largos picos y poderosas garras. Sus plumas son de color blanco o negro, o de ambos mezclados. Eran de costumbres nocturnas, por lo que sobre todo acechaban a sus víctimas durante el sueño. Con sus largos picos hendían la carne del desdichado que era seleccionado y bebían su sangre mientras con las garras le causaban graves heridas en otras partes del cuerpo. Las víctimas predilectas de estas criaturas eran, según las fuentes, los niños lactantes, a los que atacaban mientras dormían en sus lechos ante el más mínimo descuido de la madre o la nodriza.

Algunos autores antiguos señalan que las estriges no eran aves en su forma original, sino que se trataba de hechiceras que adoptaban este aspecto para poder volar y colarse en las habitaciones de los niños sin ser vistas, y así poder saciarse con la sangre de los más pequeños.

¿Qué autores antiguos nos hablan de los estriges?

Aunque la referencia más antigua que tenemos en la literatura latina de estas criaturas está en una comedia de Plauto, este escritor sólo cita su nombre relacionado con un alimento tan malo que era capaz de perforar las tripas de quien lo comía, como habrían hecho estas aves terroríficas.

La aparición más completa de una estrige en la literatura latina la tenemos en los Fastos del poeta Ovidio, una obra compuesta en tiempos de Augusto en la que el autor detalla los ritos y mitos relacionados con el calendario romano. En su relato, Ovidio cuenta cómo unas estriges se lanzan sobre la cuna del pequeño Procas, un niño que estaba destinado a convertirse en uno de los reyes míticos de la ciudad de Alba Longa, y succionan su sangre causándole graves heridas. Ante la desesperación de los padres y la nodriza, una ninfa acudió en ayuda de la familia. Con una rama de madroño y una aspersión de agua mágica logró que la habitación del niño quedara protegida de estas aves. Para aplacar a las estriges y que éstas quedaran saciadas, la ninfa sacrificó una cerda y dejó sus entrañas para que estos seres pudieran devorarlas.

Otros autores posteriores, como Plinio o San Isidoro, también hablan de las estriges en sus escritos, pero no aportan gran cosa a la descripción de Ovidio que ya hemos reflejado. Es interesante señalar, sin embargo, cómo desde la primera mención de la existencia de las estriges en época de Plauto hasta la última en la obra de Isidoro de Sevilla pasaron ocho siglos. Ochocientos años en los que la creencia en estos seres que se alimentaban de la sangre de los infantes permaneció inmutable y en los que, a pesar del silencio de las fuentes, sin duda existieron todo tipo de relatos y tradicionales populares acerca de ellas transmitidos de forma oral y por desgracia perdidos para nosotros. Por otro lado, el hecho de que Isidoro, ya un autor cristiano, hable de ellas es una muestra de cómo la nueva religión absorbió a los monstruos paganos y los hizo propios para que formaran parte de sus tradiciones.

La tradición de las estriges en siglos posteriores

La caída del Imperio romano no supuso en absoluto la desaparición de sus mitos y sus creencias más arraigadas. Por desgracia, la falta de fuentes escritas en los primeros siglos del Medievo que nos ilustren acerca de este tema impiden que podamos precisar cuál fue la evolución del concepto de la estrige y cómo se convirtió en las diversas criaturas de los folclores locales de diversos puntos de Europa. En Rumania nos encontramos con los strigoi, espíritus de muertos que abandonaban la tumba y podían transformarse en diversos animales. En varios pueblos eslavos la tradición habla de las estriges como un muerto viviente de carácter femenino al que sólo se puede matar cortándole la cabeza.

Estas tradiciones, con el paso del tiempo y llegados al siglo XVIII, acabaron chocando con el espíritu de la Ilustración, que pretendió aplicar la razón a su existencia y o bien interpretarlos en base a distintas enfermedades o bien descartar su existencia por completo.

Fue ya en el siglo XIX con la consolidación del Romanticismo cuando los artistas recuperaron las tradiciones que partían de la estrige clásica y crearon el mito del vampiro moderno: seductor, bello y letal. La primera vez que nos encontramos con esta criatura tal y como la concebimos hoy es en el relato de Polidori “El vampiro”, obra que ejerció una enorme influencia en el “Drácula” de Stoker.

De este modo, las estriges latinas de las que ya nos hablaba Plauto se erigen en los antepasados lejanos del célebre conde Drácula y de la infinidad de vampiros que han poblado la literatura, el cine y las series desde entonces.

PARA SABER MÁS…

Sub luce maligna, de Gonzalo Fontana Elboj 

Fantasmas, brujas y magos de Grecia y Roma, deFernando Lillo Redonet

El vampiro. Una nueva historia, de Nick Groom

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