¿Tiene himno Madrid?

¿Tiene himno Madrid?

Himnos, banderas y escudos

Desde que en el siglo XIX el nacionalismo se convirtiera en el principal motor en la configuración de los modernos estados, todas las naciones del mundo buscaron, crearon o inventaron todo tipo de símbolos que reforzaran sus identidades y les diferenciaran del resto de pueblos. Es en este momento cuando las banderas, los escudos y los himnos se convirtieron en parte esencial de la identidad de los pueblos, en un proceso que ha tenido todo tipo de derivaciones, tanto positivas como catastróficas. 

En el caso de los himnos, los gobiernos contrataron poetas y escritores para que trabajaran junto a los músicos y compusieran textos capaces de conmover incluso las almas de los ciudadanos más fríos e indiferentes. Para algunas naciones con larga tradición histórica y con mitologías propias, fue sencillo encontrar los temas y motivos que llenaran estos nuevos himnos. Aquellas naciones nuevas, sin tradición común, y aquellas que fueron creadas de forma artificial por motivos políticos o estratégicos, tuvieron más difícil  la composición de sus himnos, algunos de los cuales no sobrevivieron a los convulsos siglos XIX y XX, cayendo en el olvido. 

Madrid en busca de su himno

En la España de finales de los setenta se dieron algunos casos muy significativos, cuando, al morir el centralismo franquista y nacer el nuevo estado de las autonomías, hubo que crear realidades regionales que nunca antes habían tenido conciencia de sus peculiaridades diferenciales. Mientras zonas como Cataluña o el País Vasco, de larga tradición nacionalista, no tuvieron ningún problema para escoger un himno o una bandera, otras regiones que nunca antes habían sido reconocidas como tales tuvieron que echar mano de la inventiva para suplir sus carencias. 

De estos últimos, el caso más flagrante fue el de Madrid. La capital de España se encontró de la noche a la mañana con que ya no era el centro absoluto del Estado, sino que, aunque conservaba la capitalidad, tenía que adaptarse a la nueva realidad autonómica, una realidad en la que dejaba de formar parte de Castilla y en la que adquiría carácter de ente autónomo. Fue en ese momento cuando muchos se pararon a pensar por primera vez en una cuestión que muy pocos se habían planteado antes. ¿Qué es Madrid? ¿Existe un Madrid más allá de las fronteras urbanas? Y más aún. ¿Qué tienen en común los desde entonces conocidos como madrileños?

La elección de la bandera de la nueva Comunidad Autónoma fue sencilla. Un fondo rojo sobre el que se disponen las siete estrellas de la constelación de la Osa Mayor. El himno, sin embargo, supuso un quebradero de cabeza mayor. Un himno debía recoger la esencia de la experiencia de formar de un pueblo concreto, hablar de su historia y sus mitos comunes. ¿Pero cuál era la esencia común de los madrileños? ¿Cuál era la esencia de una ciudad en la que la inmensa mayoría de sus habitantes habían nacido en otras regiones, en la que resultaba muy difícil encontrar a un individuo que pudiera llevar su árbol genealógico más allá de una o dos generaciones de nacidos en Madrid? Cuando tu esencia es no tener esencia, ¿cómo puedes construir un himno propio?

El gobierno autonómico de Madrid, presidido entonces por el socialista Joaquín Leguina, asumió la tarea de crear la parafernalia que conllevaba inventarse una identidad para una región que no la tenía. Si todas las comunidades autónomas iban a gozar de su himno, Madrid no podía ser menos. Para tan ardua tarea se escogió a un personaje tan genial como controvertido: el filólogo y filósofo Agustín García Calvo. El profesor García Calvo era un rostro conocido de la cultura en la capital, tanto por su extravagante forma de vestir y su barba inconfundible, como por el hecho de haber sido expulsado de su cátedra por el régimen franquista debido a su ideología izquierdista. García Calvo asumió el reto de crear un himno para Madrid, e impuso una condición. Por tan magna empresa sólo cobraría el precio simbólico de una peseta. 

El escritor se plantó ante el folio en blanco dispuesto a crear una letra capaz de mover sentimientos donde no los había. Y para ello, decidió utilizar el humor, un humor muy sarcástico y madrileño. Nació así el himno de la Comunidad de Madrid, que muy pocos conocen y casi nadie ha escuchado jamás. 

El himno de la Comunidad juega precisamente con la falta de identidad de Madrid, hablando de la ruptura del centralismo y de cómo todas las nuevas regiones giraban a su alrededor buscando su nuevo espacio. “Que sólo por ser algo, soy madrileño”. “Y yo soy todos y nadie, político ensueño”. Es decir, la letra del himno reconoce que Madrid es una creación artificial de los políticos, una entidad que recoge tantas realidades diferentes, que al final termina por no ser ninguna de ellas. Sólo García Calvo habría podido reflejar con tanta genialidad la paradójica situación de la identidad de la Comunidad de Madrid.

Por desgracia, los gobiernos regionales sucesivos dieron la espalda a este himno. Nunca se escucha en actos oficiales. No se enseña, no se conoce. No existe para nadie. Sólo algunos grupos de nostálgicos, relacionados en su mayoría con el ya fallecido profesor García Calvo, se reúnen en ocasiones para entonar este maravilloso poema que inmortaliza la esencia del ser, que es en definitiva un no ser, madrileño.      

Aquí te dejamos un vídeo para que disfrutes de este peculiar himno nacido de la pluma de un autor genial como Agustín García Calvo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *