¿Fue el Cid un personaje histórico?
Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, es sin duda uno de los personajes más conocidos de la literatura española. Junto a Don Quijote, Celestina, Lázaro de Tormes y don Juan Tenorio, el Cid forma parte de ese selecto grupo de personajes que son conocidos por el público aunque no hayan leído ni una sola línea de las obras que protagonizan. Pero el Cid, a diferencia de los otros, es un personaje que tiene una base histórica y no es producto puro de la imaginación de un escritor. Rodrigo Díaz de Vivar existió fuera de los versos del Cantar de mío Cid, fue un personaje histórico que además tuvo un papel protagonista en algunos de los acontecimientos más importantes de su tiempo.
¿Qué sabemos del Rodrígo Díaz de Vivar histórico?
Más allá del mito del guerrero cristiano invencible que forjó la literatura, existió un Rodrigo Díaz de Vivar que dejó su huella en algunas fuentes documentales. Aunque la reconstrucción de su vida resulta todavía polémica por los muchos puntos oscuros con los que nos encontramos, hay algunos elementos que historiadores y filólogos han dado por seguros.
Nació Rodrigo a mediados del siglo XI en la localidad burgalesa de Vivar, y existe aún la polémica de si su familia paterna pertenecía a la poderosa aristocracia castellana o era una estirpe de infanzones de menor alcurnia. De su juventud sabemos que formó parte de la guardia personal del príncipe Sancho, una cercanía que conservó cuando éste fue coronado como Sancho II de Castilla. En la corte de este monarca ocupó cargos de cierta importancia, participando además en algunas batallas de entidad tanto contra musulmanes como contra cristianos, entre ellos los hermanos del rey Sancho. Es probable que fuera en estas batallas en las que se ganó su apodo de “Campeador”, del que sabemos que ya estaba generalizado en vida de Rodrigo.
La muerte de Sancho II durante el asedio de Zamora llevó a su hermano Alfonso a coronarse como rey en Castilla. En un primer momento, todo apunta a que Rodrigo y el nuevo monarca mantuvieron buenas relaciones, lo que queda demostrado por el hecho de que el de Vivar lograra un matrimonio muy ventajoso con la noble Jimena, enlace que contó con la aprobación del rey.
El desencuentro con el rey Alfonso VI se produjo cuando Rodrigo atacó la taifa islámica de Toledo, que estaba bajo la protección del rey castellano. Esto le llevó a que Alfonso le rechazara como vasallo y Rodrigo tuvo que partir al exilio junto con algunos de sus hombres.
Pasó entonces Rodrigo unos años al servicio de los reyes de Zaragoza, combatiendo como mercenario. Luchó entonces también contra cristianos y musulmanes, llegando a capturar en una batalla al conde de Barcelona Ramón Berenguer II. La fama de Rodrigo Díaz en todos los reinos hispánicos continuó aumentando.
Después de que Alfonso VI añadiera Toledo al reino de Castilla se produjo una reconciliación entre éste y Rodrigo. Es probable que el rey necesitara reforzar sus ejércitos ante la nueva amenaza de los almorávides, pero no estamos seguros de las circunstancias ni motivos de esta reconciliación. Al servicio del rey castellano, Rodrigo, ya conocido como el Cid, comenzó a hacer expediciones en el Levante para asegurar los diversos territorios vasallos de Castilla en la zona.
Fue entonces cuando se produjo el segundo distanciamiento de Rodrigo y Alfonso. El rey se enfrentó a los almorávides, pero el Cid no acudió en su ayuda, lo que le valió una nueva condena de destierro. Pese a ello, el poder de Rodrigo Díaz no dejó de aumentar, ya que fue conquistando tierras de las principales taifas del Levante, añadiéndolas a sus propiedades o haciendo que le pagaran parias. Su establecimiento definitivo como gran señor feudal en la región se produjo tras la conquista de Valencia, desde la que continuó expandiendo su influencia.
Desde Valencia, y ya reconciliado de forma definitiva con Alfonso VI, el Cid trató de poner freno a la expansión de los almorávides, al tiempo que casaba a sus hijos con algunas de las principales familias de la nobleza de Navarra y Aragón.
La muerte del Cid
Rodrigo Díaz de Vivar murió en Valencia en el verano de 1099, en cuya catedral fue enterrado. Un siglo después, sus restos fueron trasladados al monasterio de San Pedro de Cardeña, y desde aquí, tras varios cambios de localización, fueron llevados a la catedral de Burgos, donde reposan en la actualidad.
PARA SABER MÁS…
Porrinas, David El Cid: historia y mito de un señor de la guerra
Martínez Díez, Gonzalo El Cid histórico
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