¿Cuál fue el primer zoológico de Madrid?

¿Cual fue el primer zoológico de Madrid?

Zoológicos en Madrid

A lo largo de la historia, el ser humano siempre ha sentido una fascinación especial por los animales exóticos, aquellos con características extrañas y diferentes de los seres que le acompañaban en su vida cotidiana. Los reyes persas, los monarcas helenísticos y los emperadores romanos mandaron construir grandes recintos en los que poder guardar aquellos animales que los mercaderes capturaban en tierras lejanas. El mundo romano fue especialmente fecundo en el uso de animales para recreo del público, tanto en desfiles como en exhibiciones cruentas que terminaban con la muerte de la criatura para regocijo de las masas.

Aunque hoy en día los zoológicos son un entretenimiento polémico por cuya abolición claman muchos, lo cierto es que hubo un tiempo en el que no había ciudad alguna en el mundo que no quisiera presumir de tener su propia colección de fieras en cautividad. Cuanto más extraños e insólitos eran estos animales, más célebre era el zoológico y más visitantes recibía la ciudad en cuestión. Por desgracia, la finalidad de estos centros era únicamente el disfrute del público, sin tener en consideración ni el bienestar de los animales ni las implicaciones éticas que suponía mantener un ser vivo en cautividad durante toda su existencia. Con el paso de las décadas, la mentalidad, y las leyes, han ido cambiando, y hoy en día los zoológicos se conciben como centro de estudio y conocimiento del reino animal, y su existencia se justifica desde un punto de vista científico y pedagógico.

La ciudad de Madrid no permaneció ajena a la moda de querer tener su propio zoológico. Fue Carlos III el primer monarca que, en 1774, ordenó construir un recinto para los animales junto al Jardín Botánico. Dado que el actual Museo del Prado fue en sus orígenes concebido como Museo de Ciencias Naturales, el objetivo de este primer zoológico era eminentemente científico, algo acorde con la mentalidad ilustrada de este rey. Sin embargo, incluso el muy ilustrado Carlos III cayó en la tentación de usar los animales como elemento recreativo, y tanto durante su reinado como durante el de su hijo Carlos IV leones y otras fieras fueron empleados para distraimiento de la nobleza en ocasiones especiales. 

La Casa de Fieras del Retiro: primer zoológico de Madrid

Carlos IV y su valido Manuel de Godoy decidieron trasladar el recinto del zoológico a la esquina del Parque del Retiro cercana a la Puerta de Alcalá, naciendo así la Casa de Fieras. En diversos recintos y jaulas se mostraban animales traídos sobre todo de las colonias americanas aún controladas por España. Los gobernadores y virreyes utilizaban los animales exóticos como regalos que enviaban a los reyes por mar, muriendo muchos de ellos en el duro trayecto. 

La Casa de Fieras y sus enjaulados habitantes sufrieron su primer revés durante la invasión francesa de 1808. La huida de las autoridades municipales y la situación de caos hizo que se descuidara la alimentación y el estado de los animales, por lo que muchos de ellos murieron en penosas condiciones. 

El rey Fernando VII trató de rehabilitar el recinto, añadiendo nuevos espacios y construyendo el edificio conocido como “La Leonera”, aún hoy en pie, cuya planta baja servía de jaula para grandes felinos y cánidos, mientras la alta eran habitaciones para la familia real y sus invitados, que de este modo podían vivir la experiencia de sentirse cerca de las fieras. Aunque Fernando VII cambió el nombre a la Casa de Fieras por el de Gabinete Real de Ciencias Naturales, el pueblo siguió conociéndola por su nombre original durante décadas. 

Aunque Isabel II mantuvo la misma actitud que su padre durante su reinado, la llegada de la Gloriosa Revolución en 1868 supuso un cambio radical para la Casa de Fieras. El nuevo gobierno abrió el Retiro y todas sus instalaciones, antes privilegio de la casa real, al pueblo de Madrid, pero la situación de constante caos se tradujo en actos de vandalismo y en una falta constante de financiación que lastraron la administración de la Casa de Fieras. El gobierno de la Restauración decidió privatizar el recinto, y se lo vendió a un particular, que convirtió la Casa de Fieras en un negocio más relacionado con el mundo del circo que con la zoología. 

La guerra civil supuso un nuevo periodo de dificultades para los animales del recinto, algunos de los cuales murieron de inanición, mientras otros fueron sacrificados para alimentar al famélico pueblo de Madrid.

La Casa de Fieras vivió un nuevo esplendor durante la Segunda Guerra Mundial, ya que recibió una gran cantidad de animales procedentes de zoológicos de Europa que debido al conflicto no podían mantenerlos en condiciones de seguridad. Fue en este momento cuando por primera vez se instaló en el recinto una clínica veterinaria que se preocupaba por la salud de las bestias.

Desde los años cincuenta, los ayuntamientos franquistas comenzaron a hacer planes para trasladar los animales a un recinto más grande, por lo que, tras un fallido intento en los años cincuenta, finalmente en 1972 se produjo el definitivo traslado a las nuevas instalaciones del Zoológico de la Casa de Campo, heredero directo de la vieja Casa de Fieras.   

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